TALLER DE CREACIÓN LITERARIA. Actividades relacionadas con el CUBE PROJECT
Aprovechamos que nuestro centro participa en el Cube Project (un programa que promueve los Derechos Humanos en los centros educativos de todo el mundo) para convocar a los miembros del Taller literario a colaborar con sus trabajos.
Hemos pedido a los asistentes que redacten artículos, ensayos, narraciones, poemas, etc. en torno a este tema. También podéis buscar los textos de literatos y filósofos que hayan tratado estos temas (especialmente el Artículo 13 que nos ha tocado trabajar).
La primera propuesta viene de la mano de Susana Diez de la Cortina Montemayor, que nos visitó recientemente para presentar sus obras. En el último poemario, La senda impar, aparece el texto titulado "La caravana", que nos dedicó especialmente:
Estos son los textos literarios encontrados, además de las canciones
He mirado a mi lado. Como sombras caminan.
Adherido a sus piernas, pesa un lodo de siglos.
Hay un resto de sangre que embadurna sus ojos.
Añorando el contorno de las duras culatas
cuelgan lacias sus manos. Y los labios, abiertos
a su antigua congoja, desconocen la hartura.
No me escuchan. ¿Qué largas resonancias tremendas
ensordecen sus almas? No me miran. ¿Son alguien?
¿Son los mismos? ¿Son todo lo que hoy día subsiste?
¿Esto queda del hombre tras la furia del hombre?
(De "Posguerra", en Obras completas de Ángela Figuera Aymerich)
ÉXODO
Una mujer corría.
Jadeaba y corría.
Tropezaba y corría.
Con un miedo macizo debajo de las cejas
y un niño entre los brazos.
Corría por la tierra que olía a recién muerto.
Corría por el aire con sabor a trilita.
Corría por los hombres erizados de encono.
Miraba a todos lados.
Quería detenerse.
Sentarse en un ribazo con su hijo menudo.
Sentarse en un ribazo y amamantar en paz.
Pero no hallaba sitio.
No encontraba reposo.
No lograba la pausa sosegada y segura
que las madres precisan.
Ese viento apacible que jamás se interpone
entre el pecho y el labio.
Buscaba cerca y lejos.
Buscaba por las calles,
por los jardines y bajo los tejados,
y en los atrios de las iglesias,
por los caminos desnudos y las carreteras arboladas.
Buscaba un rincón sin espantos,
un lugar aseado para colocar una cuna.
Y corría y corría.
Dio la vuelta a la tierra.
Buscando.
Huyendo.
Buscando.
y no encontraba sitio.
y seguía corriendo.
y el niño sollozaba débilmente.
Crecía débilmente
colgado de su carne fatigada.
(En Obras completas de Ángela Figuera Aymerich)
PUENTES
Estamos encerrados en la isla
(una islita de nada).
Nos dejaron aquí
hace ya mucho tiempo.
(Demasiado.)
Una isla rodeada de sombras
por todas partes.
Primero nos hicieron picadillo
y luego nos cargaron de cadenas
y luego nos volaron los puentes.
(Por si acaso.)
Eso resulta lo peor de todo
(digo yo)
que nos cortaran los puentes y nos quedáramos tan solos
diez millones de muertos.
Algunos no lo pasan tan terrible.
Han trepado a una roca
(que les costó lo suyo
y están al sol. Se sienten calentitos.
(Aun viéndose en los huesos, algo es algo.)
Otros recogen conchas, caracoles.
(Se encuentra siempre alguno
sonrosado por dentro
como una oreja de muchacha.
Y, si uno se lo pone en el oído,
se oye rodar el mar. Eso consuela.)
Otros se empeñan en comer (glotones)
a pesar de estar muertos.
Les sale mal por eso de los puentes.
(Ya dije que era lo peor de todo.)
Como ya no se importa...
Ellos erre que erre. Cómo sudan.
Todo el día cavando,
arrancando raíces (más amargas),
pescando en los charquitos (nadie pica),
subiéndose a los árboles
ey, lo que es fruta, como no la pinten),
cogiendo los lagartos por la cola.
(Los matan y los guisan. Porquería.)
Así pasan la muerte. ¡Qué trabajo!
Y luego, ¿para qué? Lo que yo digo:
Tanto penar para llenar el buche
un día y otro no. Vaya un negocio.
Mejor lo que hacen otros. Coleccionan
sellos (del interior, naturalmente),
cuelgan estampitas por los muros
cantan himnos a distintas voces.
(A veces es molesto. Desafinan.)
O hacen sonetos a la primavera
(que no se ve, pero ellos, tan contentos.
Tratando con poetas, cualquier cosa).
Los jóvenes lo pasan distraído
con eso del deporte.
y dicen que no andamos mal del todo
de medios, delanteros y defensas.
No sé. Como no entiendo. Pero, al cabo,
para unos muertecitos sin ayuda
no es poco conseguir. Y nos da lustre.
Pero yo sigo con lo mío.
Lo que nos hace falta son los puentes.
Mientras no construyamos
los puentes otra vez y a toda costa,
siempre estaremos muertos y remuertos,
metidos en la isla
(esta asquerosa isla sin ventanas).
Sólo seremos unos tristes muertos
de mala muerte. No hay que darle vueltas.
Hay que hacer puentes (dale que le dale)
si no tenemos hierro,
cemento ni otras cosas,
con palos o con cañas. O suspiros.
(Hay uno de suspiros no sé dónde.)
O con los corazones disponibles,
que alguno quedará por muy difuntos
que estemos todos hace tantos años.
Por ellos nos iremos de la isla
para volver al mundo de los vivos,
de los que pisan tierra ventilada,
limpia y fecunda (que la hay). Iremos
cruzando los abismos y los mares,
las tapias, los desiertos, los torrentes,
las estrechas aduanas,
los campos alambrados (o con minas)
y las praderas cenagosas
pobladas de reptiles prehistóricos.
Lo estoy diciendo a gritos: Faltan puentes.
Lo principal de todo son los puentes.
(Colgantes, subterráneos, levadizos.)
Hagamos puentes, puentes, puentes, puentes.
Y no me escucha nadie.
Y así estamos.
(En Obras completas de Ángela Figuera Aymerich)
LA FRONTERA
Llegaron hombres a par la tierra:
Tras el arado codicioso,
sembrado el odio y la cizaña,
parlamentada la rapiña,
llegaron hombres a partir la tierra.
Hombres con botas despiadadas,
hombres con mapas y anteojos,
con largos dientes, largas uñas,
ojos de plomo y sangre negra.
A filo de ansia y de cuchillo
iban abriendo y troceando
el pecho santo de la Madre.
Al borde mismo de la herida
se colocaban los mojones.
Los ríos vieron sus orillas
a la distancia real del odio.
Los lagos fueron divididos
como se saja un ojo abierto.
La mies, el bosque, la amapola,
se repartieron con argucia.
La nieve, el pájaro, la brisa,
la mina, el mar, el sol, la calle,
la sal, la miel, se adjudicaron.
Las cordilleras se escindieron;
del valle hicieron apartijos,
formaron lotes con las bestias;
se disputaron las raíces
y el fuego oculto en los volcanes.
De sangre y sangre, de hombre y hombre
hicieron castas diferentes.
Así quedó trazada la frontera.
Y llegaron los buitres.
Y posáronse a un lado y a otro lado.
Y se pusieron a esperar.
(En Obras completas de Ángela Figuera Aymerich)
VIETNAM
Mujer, ¿cómo te llamas? –No sé.
¿Cuándo naciste, de dónde vienes? –No sé.
¿Por qué has cavado una madriguera en la tierra? –No sé.
¿Desde cuándo te escondes aquí? –No sé.
¿Por qué me has mordido en el dedo anular? –No sé.
¿Sabes que no te haremos daño? –No sé.
¿De qué lado estás? –No sé.
Es la guerra, has de elegir. –No sé.
¿Existe todavía tu aldea? –No sé.
¿Estos son tus hijos? –-Sí.
(En Antología poética de Wislawa Szymborska)
Los inmigrantes
Los inmigrantes caminan por las calles con mortajas al hombro, lápidas al hombro, cruces al hombro, lágrimas al hombro, corazones en las manos, el cielo sobre un desierto en su mirada. Con una familia y un país escondidos dentro de la cabeza.
Los inmigrantes tienen muchos hombros, muchos
corazones, muchas manos, muchas piernas.
Entran en las tiendas, en los bancos, en los locutorios, en los bares: con fotografías enmarcadas bajo un brazo, con féretros bajo el otro brazo.
Nadie ve esas mortajas, esas lápidas, esas cruces, esas lágrimas, esos corazones, esas familias, esos países, esas fotografías, esos féretros, cielos ni desiertos.
No nos miran a los ojos: ¡saben que somos ciegos!
(De Ángel Guinda, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
A los trenes, a empujones a los trenes
con el vientre por delante nos embuten en los trenes
y nos venden subsistencia y nos engañan,
y nos fuerzan a rodar sobre rieles
y nos pintan cristales de paisaje calculado.
y circulamos en estériles circuitos
marcados por el flujo de las ráfagas,
por el ritmo de batutas de unos seres delirantes.
y a golpe de estertores respiramos
hacinados y en silencio.
A empujones nos suben a los trenes
que enarbolan la bandera no elegida.
(De María José Pastor, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
Los otros, los demás, ellos
El serbio que destruye un colegio soy yo,
el ruandés que mata a machetazos soy yo,
el terrorista que coloca la bomba soy yo,
el hombre que dispara en un híper de Texas soy yo,
el judío que bombardea un campo de refugiados soy yo,
el palestino que clama en el desierto soy yo,
el albanés que huye en un barco soy yo,
el marroquí que se ahoga al cruzar el estrecho soy yo,
el guerrillero que aún sueña en El Salvador soy yo,
el bebé somalí que se muere de hambre soy yo,
el médico sin fronteras soy yo,
el general que apunta soy yo,
el empresario que emite residuos radiactivos soy yo,
el enamorado que mata por amor soy yo,
el loco que muere por amor soy yo,
el político sin escrúpulos soy yo,
el funcionario corrupto soy yo,
el funcionario honrado soy yo,
el hombre capaz de lo mejor,
el hombre capaz de lo peor,
el hombre a secas, yo
(De Fernando Beltrán, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
Bandera azul
Basura,
suciedad,
deshechos.
Desperdicios que arrastra la marea.
La playa ha amanecido
atestada de bolsas.
Bolsas llenas de sal
y ojos oscuros
como peces enormes
que alguien sirve a la mesa.
Manos verdes enseñan
uno a uno los rostros
hinchados de la muerte
y cierran otra vez las cremalleras.
Elena y yo miramos aterrados
con la respiración cortada y el cuchillo
suspendido en el aire,
clavado en las entrañas
del silencio más cómplice.
Basura, suciedad,
miseria, mano de obra.
Africanos huyendo
de la sed, muriendo de agua
al cruzar el estrecho.
Veinte ahogados
al borde de sus sueños
mientras al fondo ondea
la bandera azul
concedida este año a esa playa
por la Comunidad Económica Europea.
(De Fernando Beltrán, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
Círculo perfecto
De los arrozales del sudeste asiático,
de las maquilas centroamericanas,
de las fuentes de coltán en el África Central inexistente,
va destilando un pigmento líquido,
espeso como la sangre de los muertos,
blanco como el hambre en los ojos de los niños,
abundante,
que se torna en un lixiviado verde como un dólar
y luego se coagula en forma de mansión con piscina en Santa
Mónica,
en colección de cuadros al norte de los Dolomitas,
en barco suntuoso con diamantes en el golfo de Miami
y que por fin deja de fluir y se concreta, casi definitivo,
en un misil con napalm que regresa al arrozal,
en una tanqueta al servicio de los nuevos Mont o los Somoza,
en esta noche,
en suministro de fusil de asalto estratégicamente repartido
entre las tribus.
(De Bernardo Santos, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
El camión de los muertos invisibles
cruza sin problema los controles
fronterizos se des traban las trabas
se aquieta el papeleo
El aroma muerto de los emigrantes muertos
en los bajos del camión no lo olfatean los perros entrenados
ni los detectan las cámaras
ni los escáneres lo leen
Desleído aroma
se ha vuelto simple aire
Sin darnos cuenta
los respiramos.
(De Daniel Bellón, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
Patria
Cuando le preguntaron al extranjero
por su procedencia,
este señaló, uno a uno,
a todos los habitantes de la ciudad.
¿Quiénes fueron?
¿Quiénes se burlaron de nuestras llagas?
¿Quiénes arrancaron el corazón a los caballos
que tan lejos habían de llevamos?
¿Quiénes convirtieron nuestros puños veloces
en estos tristes muñones de esparto?
¿Quiénes crearon el molde
donde día tras día
se fragua esta muerte?
¿Quiénes fueron?
Que den un paso al frente,
que ya está bien de tanto llanto.
Que den ahora un paso al frente,
que los vamos a perdonar.
(De José María Gómez Valero, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
La travesía
A pesar de este frío antiguo,
de los crueles vigías y sus leyes,
a pesar de este miedo que atenaza,
muchos volverán esta noche
a recorrer los campos con antorchas.
Indóciles, errantes, ateridos,
labrarán resplandores en lo oscuro,
fulgores que debieran persistir.
Saben qué les aguarda, saben
que al fuego que sostienen y comparten
lo envolverá la oscuridad, la húmeda sombra,
pero ellos –qué encendida travesía,
qué alta siembra de pasos decisivos–
proseguirán su paciente tarea,
su pródigo tránsito, su derrota:
hacer que una luz nueva alumbre el mundo,
prender el tiempo, fundar claridades.
(De José María Gómez Valero, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
Sobreviviré
Sobreviviré al bocado de las moscas,
a sus ojos de terror multiplicados,
a su vuelo inmundo entre mis sueños.
No quiero más mierda en mi llanto,
ni en mi piel,
ni en la lengua de mis padres.
Subsistiré a las aguas
que inundaron mi inocencia en el Estrecho.
Al recuerdo de mi madre,
a su mano entre las olas,
a la mía, huérfana, en tinieblas.
Resistiré a los golpes,
al olvido de mi nombre,
al silencio de mi pueblo.
Nadie violará mi pecho,
nadie arrancará el placer de mi pequeña.
y perviviré al delito de los dioses,
al exceso de poder en las alturas.
A la mudez de su milagro,
a la mofa por mi ruego,
a la pena de saberme sola.
Sobreviviré, no cabe duda.
Porque soy mujer, igual que tú.
Porque tengo hambre.
(De José María García Linares, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
La lista de Schindler
No hay exterminador visible,
ni una guerra mundial.
Tampoco fusilamientos,
ni brazos en alza.
Es el hambre la que mata
en este campo de concentración africano
en donde somos libres de vagar
hasta caer en el olvido,
secos como la molestia moribunda.
Solo las mafias ofrecen
una salida al mar,
trenes mojados
por el llanto de la historia.
(De José María García Linares, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
Los indecibles
Esperamos tanto bajo el cielo
que se han ido derritiendo
en el recuerdo las palabras.
No sabemos cómo nos llamamos
porque hace meses
que murieron los pronombres.
Vivimos en los infinitivos,
en los adverbios sin lugar,
en un texto incomprensible.
No nos quedan adjetivos
para calificar el tiempo y sus pesares,
y tememos olvidar esta desgracia,
los colores del dolor,
lo que antes era injusto en el desierto
y empieza a no ser nada.
Somos miles de significantes sin significado,
portadores de mensajes extraviados
sin origen ni puerto de descanso.
Cómo vivir, cómo decimos
con el alba cuando aprieta el hambre,
cómo decirte que soy yo,
que la boca de tus senos
sigue grabada desde entonces
en lo más profundo de la vida.
Acaso hemos perdido, y son ya tantos,
el derecho a pronunciar nuestro derecho,
a reencarnarnos cada día en las palabras,
a ser hombres y mujeres con historia...
Vuelve a llover.
A lo lejos, el mar, tan deseado,
su grisura, su libertad, su distancia ...
Se mojan mis cabellos.
Se humedecen mis palabras.
Creer y esperar han empezado
a emborronarse.
(De José María García Linares, en Disidentes. Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
Canciones:
- El emigrante de Juanito Valderrama.
- No me llames extranjero de Rafael Amor
- El extranjero de Enrique Búmburi.
- Espaldas mojadas, de Tam Tam Go!
- Africanos en Madrid de Amistades peligrosas.
- Pobre Juan de Maná.
- El emigrante de Celtas Cortos.
- El inmigrante de Coti.
- Mojado de Ricardo Arjona.
- Visa para un sueño de Luis Guerra.
- Emigrante de Orishas.
- Clandestino de Manu Chao.
- Pa´l norte de Calle 13.
- Frontera de Jorge Drexler.
- La calle Mayor de Revólver
- Fíjate bien de Juanes.
- Papeles mojados de Manu Chao.
Todos estos textos y fotografías los hemos pegado en las paredes del aula A08 donde trabajamos los miembros del Taller de creación literaria:
Y estos son las creaciones de los asistentes (las imágenes que acompañan a los textos son esculturas de todo el mundo dedicadas a los inmigrantes, refugiados, viajeros...:
Romancillo del caminante
Tras tanto andar me descoso
si bien no encuentro reposo.
Duele más el odio y la guerra
que andar por sendero rocoso
Desfila espeso un reguero
en mis sandalias de cuero,
pero, sobre todo, pienso
en aquel gobierno artero.
La libertad tiene un tique
aunque en mi bolsillo no se ubique
pese a todas las dificultades
no esperen que de la fe abdique.
De la muerte tuve exceso
obviamente no salí ileso
rezo para que merezca la pena
el marchar y luego el regreso.
Lector, si ves a un caminante
ayúdale a que siga adelante
nadie quiere marchar de su tierra
no te muestres con él arrogante.
Diego Almodóvar González
Los inmigrantes tienen muchos hombros,
muchos corazones, muchas manos, muchas piernas.
Indóciles, errantes, ateridos,
labrarán resplandores en lo oscuro
fulgores que debieran persistir
Sobreviviré, no cabe duda.
Resistiré a los golpes,
al olvido de mi nombre,
al silencio de mi pueblo.
Sin darnos cuenta
los respiramos.
Que den un paso al frente,
Pero ellos –qué encendida travesía,
qué alta siembra de pasos decisivos-
proseguirán su paciente tarea,
su pródigo tránsito, su derrota:
hacer que una luz nueva alumbre el mundo,
prender el tiempo, fundar claridades
…para volver al mundo de los vivos
lo estoy diciendo a gritos: faltan puentes.
¿Estos son tus hijos?—Sí
El médico sin fronteras soy yo
El funcionario honrado soy yo
El hombre capaz de lo mejor
El hombre a secas, yo.
Lo que nos hace falta son los puentes
Hay que hacer puentes (dale que le dale)
con palos o cañas. O suspiros.
Lo principal de todo son los puentes.
(Colgantes, subterráneos, levadizos.)
Hagamos puentes, puentes, puentes, puentes.
Porque soy mujer, igual que tú.
Poema basado en los textos de Susana Diez de la Cortina Montemayor, Ángela Figuera Aymerich, Wislawa Szymborska, Ángel Guinda, María José Pastor, Fernando Beltrán, Bernardo Santos, Daniel Bellón, José María Gómez Valero y José María García Linares.
AUTORES: Adriana M. Ruiz de Molina Patricia Vargas, Raquel Vargas, Pilar García Rincón, Jaco Liuva, Luna Salazar, Diego Almodóvar, Juan Carbonell, María de Gonzalo, Marta Sancho, Siria Feo Rodríguez e Irene García Horcajada.
QUIZÁ…
Quizá fue una pesadilla
de asustados llantos huérfanos,
de gemidos bajo escombros
y constantes bombardeos.
No eran fuegos de artificio
celebrando algún evento,
sino rayos asesinos
acompañados de truenos
que devastaban impíos
refugios, casas y sueños,
abriendo grandes heridas
en almas y pavimentos.
Al fin pude despertarme
con un sudor frío y viejo…
La calidez de mi cama
venció al llanto y desconsuelo.
Pero no puedo olvidarme
de aquellos niños de Alepo
que no pueden despertarse
para escapar del infierno.
Juegan en las calles rotas
sin protegerse de un cielo
que en lugar de un azul prístino
refleja terror y duelo.
Fantasean con la varita
de un poderoso hechicero
que reconstruya sus barrios,
sus familias y sus juegos.
Ni de aquéllos que marcharon
sobrepasados de miedo
seguidos por el fantasma
de todo lo que perdieron.
Sueñan que un hada madrina
con los brazos muy abiertos,
por compensar la miseria,
la destrucción y el destierro,
convertirá sus harapos
en un vestido de ensueño
y los llevará a una fiesta
en un castillo europeo.
Quizá fue una pesadilla…
¡No quiero pensar en ello!
Pilar Elvira Vallejo
Por ellos nos iremos de la isla.
Lo estoy diciendo a gritos: ¡Faltan puentes!
Así quedó trazada la frontera.
De sangre y sangre, de hombre y hombre.
No supongáis que vamos tras nuestra libertad o nuestros sueños.
Al borde mismo de la herida,
al filo de ansia y de cuchillo,
hombres con botas despiadadas,
del valle hicieron apartijos.
¿Desde cuándo te escondes aquí? –No sé.
Hay que hacer puentes (dale que le dale)
Si no tenemos hierro,
con palos o con cañas. O suspiros.
Cruzando los abismos y los mares,
las estrechas aduanas,
para volver al mundo de los vivos.
Tras el arado codicioso,
al borde mismo de la herida,
los ríos vieron las orillas,
y llegaron los buitres,
y se pusieron a esperar.
La sed muere de agua,
como peces enormes,
a la mano entre olas.
El hombre capaz de lo peor,
que alguien sirve a la mesa,
veinte ahogados,
hinchados de la muerte.
Con la respiración cortada y el cuchillo,
que se clava en las entrañas
del silencio más cómplice.
Sobreviviré no cabe duda
cruzando los abismos y los mares
para volver al mundo de los vivos.
Poema basado en los textos de Susana Diez de la Cortina Montemayor, Ángela Figuera Aymerich, Wislawa Szymborska, Ángel Guinda, María José Pastor, Fernando Beltrán, Bernardo Santos, Daniel Bellón, José María Gómez Valero y José María García Linares.
Autores: Marta Sancho, Siria Feo Rodríguez, Pilar García Rincón, Jaco Liuva, Luna Salazar, Irene García Horcajada, Adriana M. Ruiz de Molina, María de Gonzalo, Juan Carbonell, Patricia Vargas y Raquel Vargas.
Por los senderos de barro y miseria,
miles de pisadas dejan su huella,
en caminos prohibidos.
Avanzan los hombres sin presente,
empujados por el viento,
deambulando por cruentas calzadas
Un hombre contaba un cuento
a los niños que huían de la muerte.
Aquel día escuché a los pájaros
y envidié su osado y libre vuelo.
Ave que nunca toca la tierra
arrastrada por un viento que ilumina
como el sueño de un niño
que juega entre sus pensamientos.
Autores: Belén del Molino Dueñas, Marta Sancho Fernanz, Irene García Horcajada, Helena Martínez Luengo, Raquel Vargas, Patricia Vargas, Pilar García Rincón, Luna Salazar Díaz, Adriana M. Ruiz de Molina, Juan Carbonell Sánchez, Diego Almovóvar González, Jaime Sánchez y Jaco Liuva.
Deldemente caos
sacaron partido los despiadados
hasta que el miedo nos expulsó.
Del demente caos
surgió el odio
y el odio provocó la muerte,
la dura muerte lenta, pegada a los caminos.
Con el demente caos
cabalgaban cuatro jinetes
con látigos apocalípticos
que anunciaban el dolor y el vacío.
Del demente caos
llegó
la voz de las tormentas que te arrastran
al vértigo final de la mortaja.
AUTORES: Alejandro Puga Gómez, Adela Imaz Aragonés, Ana Chuan López de Gonzalo, Ana Belén López Martínez, José Luis Pérez Fuente, Javier Martín Alonso, José Guerrero Villoria y María de Gonzalo Arenillas.
Sí
¿Cuándo naciste, de dónde vienes? –No sé.
Primero nos hicieron picadillo
hombres con botas despiadadas.
Una mujer corría.
Buscaba un lugar sin espantos,
sentarse en un ribazo y amamantar en paz,
porque ya no son nuestras las mieses amarillas.
Buscaba un rincón sin espantos.
No quiero más mierda en mi llanto
espeso como la sangre de los muertos,
que ya está bien de tanto llanto
clavado en las entrañas
del silencio más cómplice.
¿Desde cuando te escondes aquí? –No sé.
El viento nos arrastra y nos cubre de arena.
¿Esto queda del hombre tras la furia del hombre?
¿Estos son tus hijos?
–Sí.
Poema basado en los textos de Susana Diez de la Cortina Montemayor, Ángela Figuera Aymerich, Wislawa Szymborska, Ángel Guinda, María José Pastor, Fernando Beltrán, Bernardo Santos, Daniel Bellón, José María Gómez Valero y José María García Linares.
AUTORES: Alejandro Puga Gómez, Adela Imaz Aragonés, Ana Chuan López de Gonzalo, Ana Belén López Martínez, Jaco Liuva, Javier Martín Alonso, José Guerrero Villoria y María de Gonzalo Arenillas.
A empujones nos suben a los trenes
que enarbolan la bandera no elegida
también nosotros vamos en triste caravana hacia el Poniente
el viento nos arrastra y nos cubre de arena.
Mujer, ¿cómo te llamas? – No sé.
¿Sabes que no te haremos daño? – No sé.
¿De qué lado estás? –No sé.
En la guerra has de elegir. –No sé.
¿Existe todavía tu aldea? No sé.
¿Estos son tus hijos? –Sí.
Los jóvenes esconden una piedra en el pecho,
huyendo de la sed, muriendo de agua.
Como sombras caminan, ¿son alguien?
¿Son los mismos?
He mirado a mi lado,
una mujer corría.
Adherido a sus piernas, pesa un lodo de siglos.
Tropezaba y corría,
pero no hallaba sitio.
Poema basado en los textos de Susana Diez de la Cortina Montemayor, Ángela Figuera Aymerich, Wislawa Szymborska, Ángel Guinda, María José Pastor, Fernando Beltrán, Bernardo Santos, Daniel Bellón, José María Gómez Valero y José María García Linares.
AUTORES: Sara Álvarez Herranz, Victoria Guriachykh, Luna Henseler Gallego, Alejandro Puga, Helena Martínez Luengo, Javier Martín Alonso y Jaco Liuva.
Sin camino que andar
Añoraba el camino
con un pasillo sin puerta
pero entonces, alguien ajeno
sitúa una puerta en el pasaje
y al hacerlo dice:
“para caminar, requieres una llave
pero no temas, caminante,
todos tienen esa clave”.
Y, aunque el vigilante era simpático,
cuán equivocado estaba.
Nadie
tiene
esa
llave.
Alejandro Puga Gómez
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